Ayer dejamos la capital hispalense y llegamos a Barcelona ya entrada la noche. A pesar de que nos gustó mucho Sevilla, con sus callecitas empedradas y laberínticas (cuesta mucho orientarse con tantas vueltas, no hay una sola calle realmente recta), no dejo de llover un sólo día, llovía en las noches, en las mañanas, a mediodía, en la tarde, así que aunque la caminamos, no pudimos hacerlo tanto como hubiéramos querido.
Eso sí, los andaluces son muuuy amables y cálidos (tooodo lo contrario a los catalanes que son harto rancios), la primera persona que nos topamos en la calle nos dió la bienvenida, un viejito en el hostal escuchó que queríamos comprar mantillas y chales para nostras madres y se ofreció a llevarnos a la fábrica... muy grata sorpresa me dieron los sevillanos.
Lástima, que la peineta que compró Fabiola y que le pidieron encarecidamente, la olvidó en el hostal... duuuh, tan subnormal ella.
Recomiendo que la conozcan, pero en dos años, ahora Sevilla está patas pa'arriba con obras por todos lados: puentes, remozamiento de plazas, tranvía, metro... en fin, en todo el centro hay zonas con la tierra expuesta por que han levantado el empedrado y tuberías. Los sevillanos no están muy contentos, en eso creo que son chilletas, se quejan mucho y hay carteles de 'Estamos hartos' en muchos locales, lo que sí pudimos constatar es que varios negocios ya estaban en liquidación... no aguantaron las obras.
En fin, que quedan dos días más por acá y el regreso aunque me apetece, también es cierto que me hubiera gustado postergarlo a mi antojo.
No comments:
Post a Comment