Saturday, December 20, 2008

Estoica amiga de rancio convaleciente



Uno está consciente, aunque no lo admita, que no es invencible, y que tarde o temprano caerá enfermo de gripa, tos, empacho, en fin... y siempre tienes la certeza que después de tres días sumidos entre las sábanas y la modorra estarás bien. Sin embargo, no piensas en qué pasa cuándo te lastimas una articulación, sea tobillo, codo, muñeca o peor la cadera (caso tan raro que es casi de Ripley), y que la recuperación de tales lastimaduras no se miden en días sino semanas.

Doy contexto. El 30 de noviembre, después de un ajetreado fin de semana, que incluyo viajes, fiestas, estrés por tarjetas sobregiradas (ouch), moquera intermitente y mantener vigilada a María Distraída para que no se perdiera, rematamos con el ya muy manoseado concierto de Madonna, bajando las escaleras de mi casa, corriendo en ese maratón finsemanero que pensaba ganar, tuve la ocurrencia de aplicar el multitasking, ya tan conocido, y mientras bajaba, hablaba y hablaba y hablaba y... ¿por qué no? también gesticulaba para enfatizar mis dichos, y al voltearme para lucir la más simple de mis expresiones faciales, pretendí lucir mis habilidades kinésicas descendiendo al tiempo que aplicaba a mi cuello la torsión exorcista, en una penumbra que se mantuvo gracias a la desidia de prender un foco.

Y ahí recordé, que además de que iba cargando bultos traía mal amarrados los tenis, de tanto meter y sacar los pies sin ajustar las agujetas por andar aprisa... Siguiente escena, Ángel yacía en toda su rebosante humanidad en el descanso, dos escalones más abajo de su último paso en firme. Pude evitar el seguir rodando pero no el que mi tobillo hiciera torsiones hasta entonces desconocidas, al son de un par de gritos que repetían mi nombre entre agustiados y sorprendidos.

Me incorporé tan rápido como pude y con un dejo de 'aquí no pasó nada...', ajá, seee, seee. Empecé a caminar prontito, para ayudar a mi pie a 'sanar', al salir de la casa vi pasto y, como mullido es, pensé que le haría bastante bien al tobillo. Fui al concierto, caminé y caminé, brinqué un poco, me ofrecí de acróbata circense para lograr que un par de ojos más bajos pudieran apreciar al ícono del pop minimizado por la distancia... mala idea.

Tres horas después el dolor ya era insoportable, y después de unos remedios caseros aplicados gentilmente, pensé que amanecería restaurado. Pues no, estaba peor y que me llevan al hospital.

Desde entonces una férula neumática (sea lo que sea que eso signifique) es mi fiel compañera, muda y aguantadora, cómoda aunque la verdad, es una rígida nata.

Y este será nuestro último fin de semana. Empiezo mi rehab.

Monday, December 15, 2008

La Dieta: Vicky Cristina Barcelona - Dir. Woody Allen



Si ya desde Scoop y Match Point se notaba que Allen estaba realmente refrescando su labor fílmica, Vicky Cristina Barcelona confirma esta idea, pues en esta obra no sólo retrata a su acostumbrada manera las manías, trastornos y perversiones humanas sino a un ritmo y confianza que hacía un rato no se le veía.

El desempeño del reparto es muy bueno, en especial Rebecca Hall y Penélope Cruz (¡Niñata de mierda!) y la película fluye sin mayor problema, hasta terminar de repente, dejándote un poco la sensación de que acabó muy pronto y quieres seguir riéndo más.

Eso sí, el beso entre Scarlett Johansson y Penélope no es la única escena que mantiene calentón el ambiente, pero es de las más.

Barcelona, por su parte, ofrece la atmósfera perfecta para el filme, algo cachonda, un tanto rancia, harto compleja y ligeramente misteriosa. Y la música, como siempre en las películas de Allen, es complemento perfecto.

Harto recomendable e imperdible de fin de año.