Thursday, July 05, 2007

Las haches, tan mudas como los sueños

Hace dos días te soñé y me hiciste despertar con un buen sabor de boca, pero caí en cuenta que durante todo el tiempo que te en inmiscuiste en mis pensamientos y determinaste varios de mis movimientos, nunca pudiste gobernar mis sueños. No sé si eso sea bueno o malo, pues no tengo otra referencia.

En el sueño estabas igual de linda que siempre, pero poseías una autoridad que nunca te vi, estabas segura de ti y hablablas mucho. Estábamos en una pizzería de la cual tú eras dueña o responsable (raro, pues tú nunca supiste que me atasco de pizza cada vez que tengo una a mi alcance... y como ésa, hay otras cosas de las que ya no te enteraras). No éramos los únicos en el lugar, amigos en común también probaban las pizzas humeantes que habías traído de la cocina.

En cuanto terminaste de repartir te sentaste a mi lado, en un sillón grande que sólo ocupábamos tú y yo, los demás se apretujaban en sillas y silloncitos, nos daban nuestro espacio. Me dabas una rebanada y al voltearme para felicitarte por lo rica que estaba, sin decir nada, me asaltabas con un beso, uno rico, de esos en los que te saboreas lentamente los labios del otro. Me desconcertaba, porque en mi sueño como en la realidad tenía la certidumbre de nuestra amistad sin pretensiones. Ante mi pregunta respondías, muy convencida, que no querías quedarte con la duda de qué hubiera pasado. Seguimos probándonos, sosteniéndonos por los labios, como si al momento de separarnos fueramos a caer, rendidos.

Y desperté confundido, preguntándome por qué soñaba eso justo ahora, cuando a la pluma que te ofrecía para escribir relatos ya le he cambiado la tinta, pues no me gusta repetir colores en mis historias. Desenlace onírico de una historia que llegó sólo a la 'h', que para rematar es muda.

Pero eso sí, seguiremos yendo al cine o por las chelas y te platicaré de si fui a Islandia o a Dinamarca o a Belice o de perdida a Tepetongo... Chingá, que para eso son los amigos.

1 comment:

Anonymous said...

Unos minutos antes pensando en todo, llegando a nada (no hay peor situación), me imaginé ser una nieve, no el sabor, ni el color eso no importa y al leer lo tuyo agradecí no serlo porque si las nieves lloraran se derretirían más pronto de lo que yo lo hago.

Bobby