Monday, April 02, 2007

Por mis pistolas...

Al poco tiempo de nacer sabemos que contamos con dos armas especiales para lidiar con este mundo, ambas tienen un brillo especial y muchos dicen que son muy comprometedoras, pues revelan historias ocultas y palabras no dichas.

Y aunque habemos hombres que las preferimos de gran tamaño, y mujeres que también aprecian si rebasan el estándar, no nos engañemos, el tamaño no determina el calibre de sus disparos. Eso sí, recomiendo dispararlas a sus similares cuando el blanco esté confirmado, pues aunque pueden desperdiciar municiones, si se quedan sin ellas, la presencia del vacío será, como siempre, escandalosamente notoria.

En mi caso, confieso que las prefiero cuando están húmedas y rebosan de alegría chillona por mi culpa -belicosos ojos que pretendo apropiarme-.

Siendo honesto, una razón determinante por la cual me aterra quedar ciego algún día, es que no quiero vivir en una oscuridad que no puedan iluminar tan dichosos disparos de luz. Sería tan doloroso, que al pensarlo dos veces se me han humedecido los ojos, pistolas cargadas que ya no saben bien a bien a quién fulminar...

Exijo al colérico y ruborizado general de esta continua batalla que dé instrucciones claras o mejor se retire.

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