
Lisboa me gustó harto, harto. Las callecitas empredradas, los tranvías, el viento que no deja de correr... y despeinar, la comida: mmmm.
Y sí, es cierto, la ciudad tiene ese 'mood' melancólico que Wim Wenders reflejó en su película, y que Madredeus se ha encargado de cantar en todos lados... Oxalá, me passe a dôr de cabeça, oxalá.
Lisboa parece outra entrada no Paraíso, y si en éste atardece como en Lisboa... sin duda es la Gloria.
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